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La naturaleza y sus beneficios en el bienestar de la salud

Un simple paseo o caminata por un parque cargado de vegetación, pareciera ser algo simple y cotidiano, que sin mediar raciocinio respecto a la acción como tal, nos vemos inmersos en un lugar que nos generará ganancia, y no solo para contemplar, sino que, a nivel físico y mental. Estar en contacto directo con ella nos ayuda considerablemente a estar más calmos y relajados. Cuando nos movemos entre árboles y todo tipo de vida que se encuentra a su alrededor –Ecosistemas- estamos experimentando diversas sensaciones a nivel emocional, como por ejemplo aumenta la serotonina, este es un neurotransmisor relacionado con el control de las emociones positivas, como estar más alegre y feliz al observar las flores y como los picaflores se posan en ella buscando alimento, o en ese mismo sentido, el aumento de la oxitocina relacionado a vínculos afectivos, como el cuidar de la naturaleza, amar a los animales, percibir el sonido del agua cuando esta escurre por un arroyo, o sentir mariposas en el estómago cuando nos asombramos con colores, texturas, formas y aromas que nos regala la naturaleza.

Por otro lado, los árboles de forma natural, producen unas sustancias químicas llamadas fitoncidas, estas la ocupan como mecanismo de defensa contra patógenos y bacterias que les puedan aquejar de enfermedades fitosanitarias. Las personas cuando caminamos por sitios donde hay árboles sin saberlo las respiramos, lo que a la postre genera beneficios en nuestro sistema inmune, estimulando un tipo de glóbulo blanco llamado NK –Natural Killer- que también nos ayudará a estar más fuertes y sanos en respuesta a enfermedades. Yoshifumi Miyazaki, creador del método Baños de bosque, plantea que las personas convalecientes de una cirugía, se recuperan más rápido mirando lugares donde hay presencia de vegetación, también llamada vitamina N, de naturaleza, y esto básicamente responde a que los seres humanos, al estar en contacto con vegetación, es volver a nuestro estado fisiológico natural, ya que venimos de estos lugares. En el año 1800 solo el 3% de la población mundial vivía en sitios urbanizados, el resto lo hacía en el campo, playa, praderas, etc. 

En el año 2005 el periodista americano Richard Louv, acuña el concepto Síndrome de falta de naturaleza, que responde a una condición de desconexión profunda con la naturaleza y el contacto que conlleva el estar allí. Hay muestras en niños, niñas y adolescentes que indican la disminución del uso de los sentidos y severos problemas de atención, la desunión con la creatividad y el desarrollo sicomotor en la primera infancia en la adquisición de habilidades motrices básicas y específicas.

Conectar con la naturaleza, se traduce en una conexión consigo mismo, que significa esto, reencontrarse y conocerse mejor aún, existen formas muy sencillas de realizar este tipo de acciones, como decía el Naturalista alemán Von Goethe “Cierra los ojos, agudiza los oídos y, desde el sonido mas leve hasta el mas violento ruido, desde el tono más sencillo hasta la más elevada armonía, desde el grito mas violento y apasionado hasta la mas dulce palabra de la razón, es la naturaleza la que habla, la que revela su existencia, su fuerza, su vida y sus relaciones, hasta el punto de que un ciego al que se niega el mundo infinitamente visible puede capturar la infinita vitalidad a través de lo que oye”.

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